El arte desempeña un papel vital en la educación de los niños. El dibujo, la pintura o la construcción constituyen un proceso complejo, en el cual el niño/a reúne diversos elementos de su experiencia para formar un conjunto con un nuevo significado. En este proceso de seleccionar, interpretar y reformar esos elementos, el niño nos da algo más que un dibujo o una escultura, nos proporciona una parte de sí mismo: cómo piensa, cómo siente y cómo ve. Para él, el arte es una actividad dinámica y unificadora.
Probablemente, una de las habilidades básicas que se debería enseñar en nuestras escuelas sea la capacidad de descubrir y de buscar respuestas, en lugar de esperar pasivamente las contestaciones e indicaciones del maestro. Las experiencias fundamentales en una actividad artística contienen precisamente este factor. Esto es así tanto en el caso de un niño/ de primaria que esta realizando una construcción llamada “Primavera”, con paja, papeles de colores y tapitas de botellas, como en el estudiante de secundaria cuando pinta un cuadro que requiere mezcla de colores e invención de nuevas formas.
El hombre aprende a través de los sentidos. La capacidad de ver, sentir, oír, oler y gustar
Proporciona los medios para establecer una interacción del hombre y el medio. Los programas de las escuelas tienden a descuidar el simple hecho de que el hombre- y también el niño-aprende a través de esos cinco sentidos. Cuanto mayores sean las oportunidades para desarrollar la sensibilidad y mayor la capacidad de agudizar todos los sentidos, mayor será también la oportunidad de aprender.
El arte para el niño es un medio de expresión. Los niños son seres dinámicos; el arte es para ellos un lenguaje del pensamiento.
Algunos maestros imponen a sus alumno/as sus propios esquemas sobre colores, proporciones y forma de pintar. La discrepancia entre los gustos del adulto y el modo en que se expresa el niño es la causa de la mayoría de las dificultades que surgen y que impiden que el niño utilice el arte como verdadero medio de autoexpresión.
Si los niños pudieran desenvolverse sin ninguna interferencia del mundo exterior, no sería necesario proporcionarles estímulo alguno para su trabajo creador. Todo niño emplearía sus impulsos creadores sin inhibición, seguro de sus propios medios de expresión. Siempre que oigamos decir a un niño: “no puedo dibujar esto” o “no sé dibujar esto”, se tendrá la seguridad de que ha habido algún tipo de interferencia en su vida, por ej. Una evaluación inadecuada del trabajo creador del niño/a, por parte del maestro/a, acerca de las formas, colores, cualidades de la pintura, dibujo, etc. EN REALIDAD LO IMPORTANTE ES EL PROCESO DEL NIÑO/A, SU PENSAMIENTO, SUS SENTIMIENTOS, SUS PERCEPCIONES, EN RESUMEN, SUS REACCIONES FRENTE AL MEDIO.
Esta forma de trabajar en el aula ayuda a todos los niños/as frustrados en asignaturas escolares como: la lectura, escritura o aritmética que buscan alivio para sus frustraciones, porque en el arte no hay respuesta acertada o equivocada, también podemos decir que los niños/as silenciosos y retraídos encuentran una oportunidad de poder expresarse por medio del arte.
Un niño expresa sus pensamientos, sus sentimientos y sus intereses en los dibujos y pinturas que realiza, y demuestra el conocimiento que posee del ambiente, por medio de su expresión creadora. El niño/a revela sus intereses, su capacidad y sus relaciones con el arte, aunque muchas veces estas expresiones tengan muy poco que ver con la “belleza”. Lo importante es que el maestro saque provecho para conseguir el objetivo propuesto que es la producción de textos.
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